Blackthorn
No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
Empiezo a pensar que el western es como la Cábala, que tienes que tener una edad para poder entenderlo. Hay algunos, como Dos hombres y un destino, que se pueden disfrutar a cualquier edad, pero en los más casos no está de más cierta pila de años. El western es la épica de los EEUU, una forma poética de explicar cómo se fue haciendo el país, generalmente con gente fuera o dentro de la ley. Historias en las que encajan los siete samurais y donde podríamos incluir a Martín Fierro o el Poema de Mío Cid con las debidas adaptaciones (más obvias en el caso del gaucho). Dentro de esa épica son personajes bastante queridos Butch Cassidy y the Sundance Kid (los dos hombres con su destino, tradicionalmente asociados con Paul Newman y Robert Redford). Blackthorn entra dentro de ese mito, con un Butch Cassidy crepuscular en su retiro boliviano. |
Cierto que Mateo Gil cuenta con que hayas visto Dos hombres y un destino, no porque no explique quiénes son Butch y Sundance, que te lo dice, sino porque la premisa que se daba en aquélla se repite en ésta. Butch Cassidy (que se hace llamar Blackthorne) se encuentra al ingeniero de minas Eduardo Apodaca (Eduardo Noriega, que nunca me hará mucha gracia como actor, aunque algo ha mejorado), que tiene problemas porque lo persiguen los de la mina donde trabajó. Butch lo ayuda más o menos desinteresadamente y se ven obligados a huir, como hace muchos años con Sundance Kid.
La historia tiene su vuelta de tuerca, que incluye encontrar al de la agencia Pinkerton que persiguió durante años y kilómetros a Butch, Sundance y Etta, con escenas entreveradas del pasado y de por qué se separan los dos fugitivos.
Respecto al elenco, tremendo Sam Shepard (que de joven es Nikolai Coster-Waldau, se conoce que el original debía de tener buena percha cuando ponen señores tan aparentes para encarnarlo), realmente logra que empatices con el personaje (de nuevo, haber visto la otra ayuda); Eduardo Noriega ha mejorado como actor, aunque nunca será santo de mi devoción. Stephen Rea (el perseguidor McKinley tiene matices del Javert de Los miserables, sin ganas ya de ser implacable aunque sabe que TIENE que seguir persiguiendo a Butch) siempre lo hace bien, no hay más que decir de él.
Como colofón diré que empecé a verla de madrugada y tuve que terminar de verla, no pude dejarla a medias.
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