Nuestro hombre en La Habana

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
Graham Greene, que no ganó el Nobel de Literatura porque en Estocolmo no tienen ni idea, escribía novelas de espías porque conocía el servicio secreto británico; en esta cinta un ingenioso guión y un maravilloso Alec Guinness hacen las delicias del público.
Nuestro Hombre en La Habana nos cuenta la historia de un vendedor de aspiradoras durante el periodo prerrevolucionario cubano; por contactos, y sin comerlo ni beberlo, se encuentra con la tostá de que trabaja para el Servicio Secreto Británico, ¿y qué puede decir él, que no tiene ni idea? Ayudado por un amigo, decide inventarse los informes, hasta el punto de presentar al MI5 los planos de una estación secreta... que son el esquema de la aspiradora estrella del negocio; todo ello, para dar a su hija, Millie, lo mejor.
Como en la central londinense se huelen la tostada, le mandan una ayudante para que lo vigile con el pretexto de ayudarle: Maureen O'Hara. Aunque la química sexual casi brilla por su ausencia, ella se deja seducir por su trama destramada... y por el propio Wormwold.

En fin, aunque la he destripado casi entera (porque la peli, que se sustenta entera sobre Guinness, tiene una vuelta de tuerca interesante), la recomiendo en todo punto con 48 años de retraso, no sin antes contaros el pequeño cotilleo: se rodó en La Habana tras el triunfo de la revolución castrista y antes de que se alineara con la Unión Soviética, supongo que porque en ella saca la decadencia del régimen de Batista.

PD Carol Reed y Graham Greene repiten tándem 10 años más tarde de El tercer hombre.

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