Inteligencia Artificial

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
Dos son las fuentes de esta película: el cuento de Brian Aldiss Super-Toys Last All Summer y, obviamente, Pinocho. Sin embargo, aunque la premisa es interesante, la ejecución es fronteriza con el craso error.

El cuento del británico Brian Aldiss habla de un futuro en el que se limitan los hijos y una pareja adopta a un niño robot hasta que el gobierno les permita tener el suyo propio. Sobre esta premisa parte el guión, en parte perpetrado por el propio Spielberg (si para tus películas buenas contratas guionistas, ¿por qué no lo haces también en las malas?). Luego se ceba en la analogía niño androide-Pinocho busca familia, y ya vamos de culo, cuesta abajo y sin frenos.

Pinocho es un relato moralista de Carlo Collodi ahíto de reminiscencias católicas (el papá se llama José y es carpintero, hasta había chistes respecto a la analogía Jesús-Pinocho) y el hada azul -el azul es el color de la virgen- le da la vida y le insta a portarse bien y cumplir sus obligaciones, más moralista imposible-.

Sin embargo, lo de Pinocho ya estuvo presente en Encuentros en la tercera fase, no sólo porque Roy (el padre que se obsesiona con los aliens) les propone ir a ver la película o porque la canción subtextual sea When you wish upon a star, que sale en la peli de Disney, sino porque el propio Roy consigue dejar de ser el adulto de madera de pino y consigue que los jerifaltes y los aliens se convenzan de que es el niño real que necesitan en su nave. Como Spielberg no consiguió que trascendiera la analogía -muy sutil y mucho mejor traída que ahora-, insiste. Debe de ser un tío un tanto obsesivo, no sólo por su manía con los aliens, sino que coge tres o cuatro lindes y las sigue hasta el punto de hacer de ellas una carrera cinematográfica injustificadamente irregular.

David (Haley Joel Osment, que en su línea de niño actor notable lo hace muy bien, lo que tendría delito, porque además Spielberg es un excelente director de niños) es un niño robot -que no sabe que lo es, en realidad- que vive con una familia que, un buen día, como tienen su propio niño, lo abandonan en el bosque (se conoce que no hay gasolineras, como en España). El tal David, que es un androide súper-avanzado, uno de esos replicantes que han visto cosas increíbles más allá de Orión, no sabe ni por dónde le viene el aire, y en la ciudad de perdición se siente como un pulpo en un garaje, hasta que conoce a Gigolo Joe (o cómo subutilizar a un buen actor como Jude Law: Spielberg puede sacar el talento recóndito de alguien como Tom Cruise y dar una mierda de papel a alguien como Jude Law), que le dice la verdad, le intenta ayudar con su problema de desclasado y a buscar al hada azul, juntos se libran del mercado de la carne... Finalmente huyen a Nueva York a proseguir su búsqueda, y todo es deliciosamente infructuoso... Hasta que llega otra glaciación y los aliens, que no vienen a cuento de nada, le conceden el deseo de tener a su mamá. Porque si en el retrato de Aldiss es la mamá la que quiere un hijo, en la peliculilla ésta, larga y con un epílogo incomprensible, es Pinocho el que quiere una mamá.

No sé qué quiere plantear Spielberg, pero no lo consigue. Es innecesariamente larga, con un epílogo inatingente con el resto, lenta sin ser interesante.

Retomó el proyecto de Kubrick -que seguramente era una historia mucho más enfermiza, no soy capaz de imaginar directores más dispares en sus motivos recurrentes que Spielberg y Kubrick- y le dió su toque tierno -tierno como la carne picada- y empalagoso. De verdad, Spielberg, que me sorprenden tus inquietudes.

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