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No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
En los años 80, el hoy gobernador Chuachenéguer hizo una película que tuvo su hora de gloria, cuando menos en los videoclubs: Perseguido; se trataba de una especie de reality show donde unos convictos debían ganarse su libertad luchando contra personajes de la cadena que lo impedían por el expeditivo procedimiento de matarlos; todo era un tongazo que Chuache, acusado injustamente, desvelaba eliminando, de paso, a los matones de la cadena. ¿Escalofriante? Más espeluznante es pensar que existe una nueva versión, que aquí os traigo.
El mundo se divide en jugadores y sujetos gobernados por el videojuego a través de Nanex, que implanta unas partículas en el cerebro de los ciudadanos para que puedan ser controlados por ordenador; hay un juego de relaciones sociales, más parecido a Second Life que a los Sims, aunque con una vuelta de tuerca tan morbosa como gilipollas (el que hizo la peli no paró en mientes de cómo es la gente que juega a estas cosas: no sólo se busca sexo, también estatus, prestigio y otros intangibles). El otro juego se llama Slayers: se plantean situaciones bélicas en las que están involucrados presidiarios reales.
Kable (Gerald Butler) es un preso que está en el juego y al que le quedan 3 partidas para ser libre; pero el sistema está dispuesto a cargárselo por todos los medios posibles, ya que tiene información sobre el creador del juego que a éste no conviene que se sepa, mientras que él está loco por recuperar su vida. Para colmo, una organización, Humanz, busca liberar al ser humano de la esclavitud del videojuego.

La estética debe mucho a Matrix y al mundo del videoclip; la trama, aparte de la citada peli de Chuache, evoca en versión cutre salchichera a Pinocho (el muñeco que quiere soltarse de los hilos del juego). Tiene ritmo y se deja ver, pero seguro que en vuestra colección las tenéis mejores.

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