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Tres colores: Azul, Blanco y Rojo

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.

El jueves, en una feliz casualidad, pude ver del tirón las tres seguidas, porque las echaban en el plus. Estas tres películas, que cumplen 20 años, forman una trilogía conceptual basada en los tres principios de la revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad.

Esto guía sus respectivos argumentos y se manifiesta en la escena del contenedor: en las tres un anciano se las ve y se las desea para meter una botella en un contenedor de vidrio: en Azul, la libertad, Julie deja que el mundo siga su curso y sigue a lo suyo; en Blanco, la igualdad, Karol ve con simpatía al pobre anciano que se estira como si no hubiera Dios para meter la botella. Valentine, en Rojo, la fraternidad ve a la pobre anciana y corre presurosa a prestarle ayuda.

En las 3 hay un elemento que guía su historia:

  • En Azul es la partitura: para Julie es un nexo con su vida que ella rechaza cuando la tira a la basura. Sin embargo, Olivier recibe una copia y quiere seguir la partitura no por donde Patrice (o Julie, en realidad) marquen, sino a su manera. De alguna manera, esa partitura está relacionada con el afecto/la pasión de Julie: la pasión por la música cmo una forma de amar (si consideramos que la letra dela citada canción para la unificación de Europa es la segunda carta a los corintios, que se lee en casi todas las bodas) esta relación con el amor como salvación queda mucho más patente).
  • En Blanco es una caja: en un principio, la maleta que lleva de estrangis a Karol de vuelta a Varsovia y, casi al final, el ataúd con el que consigue que Dominique vaya a ver su entierro en Varsovia, y así verla de nuevo.
  • En Rojo más que un objeto es la reedición de la historia del juez en el joven jurista que está liado con uno de los personajes a los que espía el juez: tampoco sabrá por qué lo abandonaron, también descubrirá la amarga respuesta buscando en casa de ella, pero, como el propio juez augura, tendrá la suerte de encontrar a Valentine antes de que se acabe la película, aunque el final sea un poco abierto...

Azul.
Julie acaba de perder a su marido y su hija en un accidente de coche. Para sacarse la pena se desentiende de todo lo que la ata a su vida anterior. Pero Olivier está enamorado de ella, y con la excusa de la partitura perdida y reencontrada llama su atención con el objeto aparente de acabar la partitura. Por el camino, Julie se liberará del duelo y volverá a encontrar razones para vivir y ser feliz.
Blanco
Karol, a instancias de su mujer Dominique, comparece en el juicio de divorcio por no consumación del matrimonio; Karol sigue enamorado de ella, que lo trata como un trapo y lo humilla a la mínima. Se encuentra con un compatriota, que le propone un plan macabro: volver gratis a Polonia como contrapartida a un asesinato. Karol accede y vuelve a Varsovia metido en una maleta. Tras algunos avatares (como que la maleta es robada por los truhanes del servicio de equipajes creyendo que lleva riquezas) llega a casa de su hermano, donde vuelve a peinar (es peluquero). A instancias de una clienta encuentra un trabajo paralelo menos limpio, gracias al cual pega un pelotazo inmobiliario; tras dirimir la contrapartida pactada, logra hacerse un empresario, y entonces decide reunirse con Dominique en Varsovia legándole todo su patrimonio y haciéndose pasar por muerto. Aunque la situación de Dominique en Varsovia es similar a la de Karol en París, la contraparte es mucho más amistosa ahora...
Rojo
Valentine, una modelo ginebrina, atropella a un perro por la noche. La lleva a casa de su dueño, un juez retirado que dedica sus días a escuchar las conversaciones telefónicas de los vecinos. Al contacto con Valentine el juez se va humanizando y a raíz de compartir puntos de vista sobre el mundo se hacen amigos, sin grandilocuencia, simplemente con la fuerza que da el trato de igual a igual. En paralelo, y como una recurrencia de la vida del juez, nos cuentan la historia del joven jurista.

Al final, los héroes de la trilogía se salvan de un naufragio terrible; de alguna manera, Kieslowski salva a sus criaturas, y, por otro lado, la vida no deja de ser una travesía en el Canal de la Mancha; a pesar de la cantidad de desaparecidos en el naufragio, el final es optimista: vale la pena vivir, vale la pena intentarlo, si bien cada uno se enfrenta al dolor como puede.

Por último, mencionar como en cada película predomina el color del título, me encanta cómo Kieslowski no deja ningún aspecto al albur.

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