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Incendies

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
Nawal Marwan encomienda a sus mellizos que busquen a un padre y a un hermano de los que no han oído hablar. De alguna manera, prefigura la tragedia de Antígona, pues no podrán ponerle lápida hasta que los hayan encontrado. Así, los gemelos Jeanne y Simon viajan al Líbano (primero Jeanne y más tarde Simon para buscarla y devolverla al Canadá) y se encuentran con una historia que Sófocles ya escribió, aunque de forma más amable.

Está dividida en capítulos según los hallazgos que primero Jeanne y luego Simon van realizando. La historia de su madre, libanesa cristiana, transcurre durante la guerra de los 70 y 80, y es que contar la historia de los habitantes es una forma eficaz de mostrarte la historia de un país. Muestra en paralelo, pues, los avatares de Nawal y la búsqueda de Jeanne hasta que Simon llega, y cambia ligeramente si no la fortuna, sí los acontecimientos, hasta que se produce el descubrimiento (que Nawal ya había hecho, y por eso les manda a hacer esa búsqueda) que cambia sus vidas.

Además de la referencia más o menos obvia a Antígona, la que se hace a Edipo rey es mucho más clara; incluso tienen en cuenta la etimología de Edipo (el de los pies hinchados). Así, al primer hijo de Nawal -el hermano al que tienen que buscar- le marcan los pies con tres micropuntos tatuados en el talón de Aquiles, para que no haya dudas de quién es. Otra referencia a las tragedias clásicas es la figura del carcelero -reciclado en portero de escuela- que previene a Jeanne sobre la necesidad de la información que está pidiendo, como una sibila reencarnada.

Pero sin duda lo memorable de esta película es la catarsis. Yo pensaba -de verdad, lo pensaba- que eso de la catarsis purificadora (valga la redundancia) de la tragedia era un cuento chino, o más concretamente griego, pero todavía hoy, 5 meses después de verla, me impacta acordarme. Aunque el texto original es una obra de teatro, no puede negar que ahonda sobre la materia mítica que hace universal un tema, sobre los grandes clásicos griegos -sobre Sófocles-. Aunque Terencio era un cómico, su frase nada humano me es ajeno se hace verdad viéndola.

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