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Al final de la escapada

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
En 1960, una nueva ola se cirnió sobre el cine francés: Jean-Luc Godard, con un guión basado en una historia de François Truffaut, filmó Al final de la escapada. (Nota curiosa: Claude Chabrol, también director de cine, es el asesor técnico).
Michel Poiccard (Jean-Paul Belmondo) es un chorizonte que vive de robar coches. En el camino de Marsella a París en uno de sus botines, es detenido por un gendarme por exceso de velocidad; lo mata de un disparo, por lo que debe huir.

En París va a ver a Patricia Franchini (Jean Seberg), una neoyorquina que quiere ser periodista y trabaja en la sucursal parisina de New York Herald Tribune, con el objeto de guarecerse en su casa hasta que pase la tormenta, con la consiguiente interacción amorosa.
La vi ayer por la tarde -no hablo en sentido figurado- y quizás no estaba yo con el ánimo adecuado para percibir todas sus sutilezas. Si se hubiera llamado Breathless -aunque ése es el nombre con que se promocionó en el mundo anglosajón- la persecución habría sido trepidante y nos habría dejado, efectivamente, sin aliento. Godard da tiempo a sus personajes a esconderse, a regodearse, a paladear su tiempo mientras los encuentran. Quizás estoy demasiado acostumbrada al ritmo trepidante y los recesos me incomodan.
Una de las cosas más interesantes es la relación entre Michel y Patricia. Por un lado, podría parecer de complicidad -y así es, durante un rato-, pero, a lo largo de la escapada -con todos sus meandros-, ambos personajes cambian la intensidad de su complicidad, él a más -aunque, desde que conducía desde Marsella, deja claro que la tal Patricia le gusta- y ella a menos, aunque al final no me quedó claro si finge, o si lo hace por alguna clase de cobardía, que él llevaba ya rato reprochándole...
Por cierto, y como curiosidad, el famoso gesto del chico Martini nació en los labios de Belmondo, carismático dentro de su fealdad -y de la bordería del personaje-.

1 comentario

Manué dijo...

Yo también he dedicado uno de los primeros posts de mi blog a esta película, en el cual pasé por alto esa extraña reacción que tiene la protagonista al final. Tal vez se debe a que yo siempre recuerdo más el humo saliendo de la boca de Belmondo, que es como "el último aliento".