Cabaret
No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.Si alguien se pregunta por qué El Padrino no se llevó todos los Oscars que se merecía en 1972, la respuesta es muy simple: Bob Fosse se cruzó en su camino.
Cabaret rompe con los musicales amables y un tanto edulcorados que se habían producido hasta entonces (cierto es que, por ejemplo, West Side Story es una tragedia -Romeo y Julieta, por más señas-, pero rezuma algo de almíbar, en un momento dado). Berlín, república de Weimar (años 30). Sally Bowles (Liza Minelli), estrella del Kit Kat Club, sueña con ser una gran actriz. Como telón de fondo, el ascenso del partido nazi... |
Una de las cosas que más me gustan de Cabaret es cómo refleja el cambio político que tuvo lugar en Alemania en aquella época: en un principio, son matones un tanto revoltosos que, entre otras gracias, parten el belfo al dueño de Kit Kat por no dejarlos entrar; más adelante, hay una escena magistral que muestra cómo Alemania entera se entrega al movimiento: un joven rubio empieza a cantar lo que podría ser una canción tradicional –sin tener en cuenta que está en inglés, claro- en la plaza de un pueblo, durante una fiesta cervecera; poco a poco, la gente que está ahí va sumándose a la canción y, al final, todos menos Sally Bowles y Brian Roberts (un jovencísimo Michael York), cantan juntos Tomorrow belongs to me (el mañana me pertenece). Por el camino, se intercala la cuestión judía (hay dos personajes y una canción sobre el tema), pero, como no es el tema central de la película, es tratada como una cuestión más del ascenso de los nazis al poder. Al final del filme, a través de un cristal deformante y traslúcido, se ve la sala del Kit Kat, que al principio estaba llena de burgueses que se entretenían, rebosante de uniformes.
El sexo es la forma más corriente de relacionarse entre los personajes, desde sus formas más excelsas hasta lo más sórdido (la prostitución encubierta). Debió de ser muy chocante en 1972 la forma en que Cabaret aborda el tema del sexo (y sus consecuencias, como el aborto); hoy, quizás lo habríamos jodido, al hacer el sexo más explícito, sin que por ello la historia ganara fuerza en modo alguno... Sin embargo, la moral sexual que se retrata correspondería más a nuestra década que a la de los 70s.
No debemos olvidar que Cabaret es un musical; sin embargo, las canciones no están inmersas en la acción, sino que se abre una escena aparte; acaso Tomorrow belongs to me no se corresponda exactamente con la idea general de los números musicales, pero, aún así, esa escena no es estrictamente narrativa, casi describe el proceso de nazificación de Alemania... |
Un personaje importante es el Maestro de Ceremonias (Joel Grey): no tiene peso dramático per se: aparte de presentar las actuaciones, es el coro: la voz de Alemania (a través de él se ve su cambio de opinión sobre, por ejemplo, los judíos) y, de alguna manera, explica la desmedida afición de Sally por el dinero. Canta también algunas canciones (Willkommen, Two ladies o Money).
Sin embargo, la estrella de Cabaret, es sin duda –y por si nadie se lo imaginaba- Liza Minnelli: aparte de bordar su personaje, sus números musicales son –para mi gusto, al menos- magistrales. La canción que da título a la película está interpretada de manera muy emotiva, que no os pase inadvertida; Money es un divertimento plagadito de cinismo.
Nada de esto hubiera sido posible sin Bob Fosse, aclamado coreógrafo –que debía de ser un imbécil en lo personal, tal como él mismo retrata en All that jazz- que no se limita a hacer números musicales corrientes. Sin embargo, el mérito no es todo suyo: está basado en el libro de Christopher Isherwood Berlin Stories y en la adaptación teatral de John Van Druten I am a camera.
La acumulación de datos no reproduce fielmente la magia del cine: vedla –si no la habéis visto- y recordad, la vida es un cabaret...
3 comentarios
Me escanta ésta película y me encantan tus comentarios
Es interesante, nunca lo había pensado: lo que hace Fosse con Cabaret es separar la parte musical (que sólo ocurre dentro del Kit Kat y en la espontánea reunión nazi) de la parte dramática, que transcurre como una narración convencional. Los números musicales son, en efecto, un contrapunto coral en el sentido del coro de la tragedia griega, a diferencia de los musicales tradicionales en los que, incluso cuando hay una tragedia como en West Side Story, se mezcla libremente --y a juicio de muchos espectadores, más allá de la necesaria verosimilitud-- la acción dramática con el canto.
Esto es lo que hace a la película tan realista, un elemento absolutamente necesario dada la amargura que transpira y que, si se hubiese filmado como un musical convencional, hubiese llevado a la peli al desastre.
El maestro de ceremonias, el narrador, el guía de la película, es para mi uno de los puntos más interesantes. Nos llama, nos reclama su atención, nos avisa sobre la tragedia, nos indica cómo se transformó el pueblo alemán.
Por tu culpa tendré que volver a verla. Hay cosas que no las capté en su día. A ver cómo convenzo a la familia.
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