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Fahrenheit 451

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
Lo único que pude leer cuando vi esta película de François Truffaut fueron los subtítulos, ya que hasta los créditos son recitados, en vez de escritos al principio de la película. Los alérgicos a la VO, ni los subtítulos hubieran leído, respetando así la esencia de la película: pura imagen, puro sonido, no a la palabra escrita. Esta esencia se va a freír puñetas en cuanto se tiene en cuenta que está basada en la novela homónima –que no cómic- de Ray Bradbury, autor de aterradores futuribles, a juzgar por este libro, y a quien los freakies de la Ciencia Ficción admiten en su biblioteca un poco a regañadientes.
Vivimos en una sociedad igualitaria donde nadie es más que nadie: la televisión nos dice cómo ser y qué pensar, y los libros, porque marcan la diferencia, están prohibidos.

Los libros que se incautan a los ciudadanos lectores –que los esconden con ingenio, porque es delito guardarlos- se queman públicamente: van los bomberos a tu casa, y en una barbacoa, acaban con ellos a golpe de lanzallamas.
Montag (Oskar Werner) es bombero. Tiene una bella esposa (Julie Christie) que dedica sus días a ver la televisión, donde una especie de Gran Hermano controla, cuando menos, su entretenimiento. Un día, en el monorraíl, volviendo a casa, Montag conoce a Clarissa (Julie Christie, de nuevo). Ella le siembra la duda que todo bombero ha tenido al menos una vez en la vida: ¿nunca ha pensado que hay en los libros que quema?

No sabemos si Montag se lo ha preguntado alguna vez, pero ahora sí lo hace: empieza a desmarcarse de lo que el estado dispone y empieza a leer... lo que le empieza a gustar... Montag, que hasta entonces había sido un ciudadano modelo, acaba convirtiéndose en enemigo del estado.

La fuerza de esta película reside en que reivindica la palabra mediante la imagen, de alguna manera ciñéndose a las normas del estado que retrata:
  • Sólo se escucha el discurso de quienes no leen (porque los que leen no necesitan excusas para disculparse): en la escena en que arde la biblioteca de la abuela de Clarissa, es el jefe de bomberos quien se deshace en palabrería, tras la que se parapeta, mientras que la abuela no necesita ampararse detrás de nada: está segura de cuál es su lugar, a pesar de saber la que se le viene encima. (Esta escena recuerda aquella frase de Heine: quien empieza quemando libros, acabará, tarde o temprano, quemando gente).
  • La imagen explica la evolución de los personajes mejor que mil palabras (a pesar de lo que reivindica, es un claro exponente del refrán): Montag lleva algún tiempo leyendo; hay una alarma en el cuartel de bomberos (precisamente, la de la abuela de Clarissa): todos bajan por la barra, y Montag se ve tentado de secundarlos... pero cambia de opinión y baja, tranquilo, por la escalera...
No se puede negar que está rodada en 1966, no sólo por el mobiliario, que parece sacado de un catálogo de Ikea: en general la estética, los vestidos responden a su época. Es curioso, algo chocante verlo hoy (sobre todo, tratándose de una fantasía con un punto futurista), pero es algo no esencial para la trama, queda como anecdótico.
Tiene una pequeña resonancia quijotesca: como Cervantes cuando el cura y el barbero...
incendian la biblioteca del ingenioso Quijano, Truffaut, con su cámara, enfoca sus fetiches literarios;
...esta espectadora esbozó una sonrisa irónica al ver Cahiers du cinema, revista fundada por eldirector (aunque, a diferencia del cura y el barbero con ciertas obras, él sí quema la revista).

Hagamos aquí blog interactivo: <¿qué libro o publicación salvaríais vosotros, cuál os aprenderíais al dedillo para salvarlo del olvido?

1 comentario

winifredo dijo...

Yo me aprendería de memoria " Historia Universal de la Infamia" y también " A sangre fría" y si me quedara espacio en la neuronas "Demian"