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Siempre locos (Still crazy)

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
Si por algún motivo se les puede perdonar la arrogancia a los británicos, es por su sentido del humor, no exento de sentido común. Si por algo me gustan las comedias británicas es porque no les echan almíbar, como si quisieran demostrarnos que nos podemos reír de la vida -o, cuando menos, esbozarle una sonrisa-, aunque sigamos sufriéndola.

Siempre locos es un homenaje sarcástico a todas esas bandas de los 60 y los 70, muchas de las cuales, en los aburridos 90, se empeñaron en volver a la palestra, aunque el horno que ellos conocían hacía tiempo que cocía otro tipo de bollos.
El título es el mismo que el de una canción de Paul Simon (que también tuvo su momento revival con Art Garfunkel hace un par de años), pero en las relaciones del grupo se pueden detectar notas de grupos de esa época: los Beatles (que también tienen sus claros y sombras), los Rolling, los Who, Black Sabbath, Deep Purple, Led Zeppelin...). La banda sonora (si os gusta el rock setentero, pues a tal suena, está genial), se hace eco de ello.
Tony Costello (Stephen Rea, eficaz como siempre) trabaja de reponedor de condones en las máquinas expendedoras de los bares de marcha de Mallorca. Un día encuentra un fan de Strange Fruit, el grupo en el que triunfaba, y le propone un macroconcierto con otros grupos. Costello se propone reunir al grupo, a pesar de que salieron a hostias y de que, según los indicios, uno de ellos murió. (En la reunión entran el manager-productor y la chica IBM que colaboraba con ellos en los 70).

Los derroteros que han seguido las vidas de los miembros de la banda son dispares: Ray Simms, el estrafalario cantante (Bill Nighy, hace un papel muy similar en Love actually) pobre vergonzante que no quiere demostrar que está acabado (su relación con su mujer hace pensar a los malpensados en John y Yoko o Paul y Linda, ya dije que aquí no se salva ni el tato), Les Wickes (Jimmy Nail), el guitarra solista, que puede recordar a George Harrison -que no se llevaba bien con McCartney- o a Pete Townsend -que amaba-odiaba a Roger Daltrey-, tiene una empresa para reparar tejados, a pesar de su agorafobia -su señora lleva los pantalones en casa-; el batería David Beano Baggott (Timothy Spall, al que vimos en Secretos y mentiras), que tiene problemas con el fisco. Salen de gira con un pipiolo para captar público joven, y el resto os dejo verlo.

La peli, claro, tiene una crítica implícita al hecho de que se tiende a desbancar a la gente mayor, por mucha experiencia que tenga, para poner a un niñato (recordad el anuncio aquél de los JASP). Sin embargo, como es una comedia, y según el canon de Shakespeare éstas tienen que acabar bien, al final te deja un poso melancólico, sí, pero de buen rollo...

Categoría: Flins

1 comentario

Fer Fish dijo...

"Les Wickes (Jimmy Nail), el guitarra solista, que puede recordar a George Harrison".

No quisiera llevarte la contraria y dejarte en el más grande de los ridículos, hermanita, pero era el bajista, no el guitarrista. De nada.

Aún así, qué gran película, y qué gran banda sonora. Ésta la descubrí yo, ¿no?