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El turista accidental, ¿una comedia romántica?

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
Una, que a ratos es malvada, podría pensar que alguien que ha colaborado en el guión de El retorno del Jedi -que no es la mejor de la serie- no promete mucho como cineasta. Y una se equivocaría. Los fans de Fuego en el cuerpo, Reencuentro o Mumford podrían echármelo en cara, pero El turista accidental hablaría -habla- por sí misma.

Macon Leary -William Hurt- trabaja escribiendo guías de viaje para gente a la que no le gusta viajar y quieren ir a cualquier rincón del mundo esperando encontrar lo mismo que en su barrio; a él mismo no le gusta viajar, como no le gustan los cambios. Sin embargo, su vida pega un vuelco de 180º cuando muere su hijo; su mujer le deja -pocos matrimonios sobreviven a la muerte de un hijo- y sigue en una inercia que incluye a sus hermanos -maniáticos como él- y sus libros.
Un día, al llevar a su perro a una guardería para mascotas -debe ir a Londres para actualizar una guía-, conoce a una adiestradora que cambiará su vida.

Desde entonces, la vida de Macon Leary se debatirá entre la posibilidad de ser feliz y el miedo a la pérdida: si vas por el mismo camino, sin alteraciones, apenas perderás nada. Y quién sabe si la felicidad es sólo eso, no perder.
Esta película defiende la tesis de que para ser feliz hay que arriesgarse. Podemos perder, pero ¿no resulta mayor pérdida la de perder los trenes a la felicidad? La magnífica construcción de personajes no se acaba en el de Macon Leary: las mujeres con las que se relaciona, cada una a su manera, buscan la felicidad (no puede ser que sólo odien el tedio):
  • Rose Leary (Amy Wright), hermana del interesado, coge el último tren a la felicidad, casi contra sus propias convicciones;

  • Sarah Leary (Kathleen Turner), de nuevo con Hurt desde Fuego en el cuerpo, es la esposa / ex-esposa de Macon, y de alguna manera intenta gobernar los cambios en su vida;

  • Muriel Pritchett (Geena Davis), la que pone la puntilla a todos los cambios de Macon (las dos Leary querían que cambiara... sin pasarse).
Esta película nos habla, pues, de la excursión accidental de Macon a una existencia razonablemente feliz o en la que, por lo menos, pueda disfrutar, y no padecer todos y cada uno de los momentos de su vida.

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