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Corleone

No leer si no se han visto y se está interesado en verlas: puede contener algunos spoilers.
Obviamente, hablamos de Michael. Vito fue importante, pero la trilogía habla de Michael. Lo dejo dicho por si las dudas. Concretamente, habla de su tragedia. Él no quería convertirse en lo que fue, pero los acontecimientos lo obligaron.
Don Vito Andolini de Corleone.
Lo vemos en la boda de su hermana vestido como un héroe de la Segunda Guerra Mundial junto a una chica protestante muy mona, Kay Adams (Diane Keaton), contándole que él no como su familia, no quiere ser como su familia. Mientras, su padre atiende algunos negocios, hace ofertas irrechazables poco antes de unirse a la boda.
No, Michael no quería, pero si intentan matar a su padre, no se iba a quedar de brazos cruzados, algo tenía que hacer: impasible, con una frialdad pavorosa, urde una venganza que lo mantendrá escondido en Sicilia una temporada: medidas que Sonny (James Caan) es demasiado apasionado para tomar y Fredo (John Cazale) digamos... inadecuado para concebir. Cuando vuelve, es otra persona, más duro (ha perdido a Apollonia, su fugaz primera mujer, en un atentado con coche bomba) y con los arrestos para tomar el cargo de la familia, en la que Don Vito queda como consigliere y Tom Hagen (Robert Duvall) sigue siendo el abogado. Sonny ya no está (fue acribillado en un peaje) y Fredo está en Las Vegas, supongo que porque en Nueva York molesta. Sólo puede ser él.

Años más tarde, en Nevada, Corleone quiere conseguir el hito marcado por su padre: hacer de los Corleone una familia respetable, estando, eso sí, él en la cumbre. Pero el poder es muy goloso, y todo el mundo quiere un poco. Incluido Fredo, al que nunca vieron madera de mafioso. Hace tratos con un adversario (por ser discretos) de Michael, y éste lo descubre. La suerte de Fredo será el camino a los infiernos de Michael. No quiere, es obvio que no quiere, pero debe, porque la Familia es más que la familia. Desde el momento en que descubre en Cuba que Fredo se la ha pegado quiere estar lejos de él, como para no empatizar con la víctima. Le avisa: me has roto el corazón. Luego le impide que pise su casa, ¿prohibición o penitencia autoimpuesta? No quiere estar en la misma habitación, pero prohíbe que le ocurra nada mientras viva su madre. En el velatorio de ésta Fredo pide verlo. Un abrazo muy expresivo, como despidiéndose, como aguantándose, enfadado en parte con Fredo porque si no hubiera hecho el memo, ahora no tendría que eliminarlo; enfadado consigo mismo por tener que ser prolijo, ¿no hay otra manera? Aquí no la hay...

Pasan los años, los niños crecen y Michael es todo un prohombre que quiere dejar la mafia (más bien los manejos turbulentos) y parecer un hombre respetable tapando en parte el agujero financiero del Vaticano a cambio de participar en su inmobiliaria.
Las familias neoyorquinas quieren parte del pastel, y la cosa tiene pinta de convertirse en una merienda de negros. Para más inri, aparece un hijo que Sonny le hizo a una de las damas de honor de su hermana: Vincenzo. Tiene el mismo temperamento de Santino: explosivo; vamos, ideal para un Don de la mafia.
Simplemente, Michael.
Vincenzo tiene que oír de su tío lo que su padre oyó de Don Vito: no dejes que los extraños sepan lo que piensas. Treinta años más tarde, parece que Michael no ha aprendido nada: el que te proponga hablar con la otra parte, es el traidor, le había dicho su padre poco antes de morir. El día del entierro de Vito Andolini de Corleone Tessio dejó claro que era el traidor. ¿Por qué en 1979 Michael cree que Altobello, padrino de su hermana Connie, por más señas, va de buena fe? ¿Y quién está detrás de él? Eso lo sabremos en Sicilia, donde Vincenzo llega a Don y Michael se da cuenta de todos los manejos, de todo lo que ha perdido, incluyendo a su hija...

Fuera de los detalles argumentales, debo decir que la primera es mi preferida de las tres: la más redonda y la más sutil. Confía en la inteligencia del espectador y le regala escenas sutiles (Michael y Kay van a tomar una copa juntos como símbolo de reconciliación, Michael no es tan malo y todo aquello; Kay se va a preparar la copa y de lejos vemos, nosotros y ella, cómo a Michael, al Don le besan la mano. Comprendemos, nosotros y ella) y otras escenas inclasificables, delicadas. Mis favoritas:
  • el cortejo en Sicilia, cuando Michael inicia el acercamiento a Apollonia, tras quedarse deslumbrado al verla. Sutil como la seda.
  • El momento en que Tom Hagen (Robert Duvall es esencial en la trilogía, su ausencia en la tercera se nota) tiene que dar a Don Vito la noticia de la muerte de Sonny. Brando y Hagen tienen un tête-a-tête que es oro molido.
  • La escena en la que Don Vito llora la muerte de Sonny en el depósito. Sabes que tanto Santino como Vito son dos cabronazos, pero Brando conmueve.
  • La muerte de Vito Corleone. Vemos a un anciano que, a pesar de sus crímenes, juega con su nieto, (bueno, primero le da un susto que para qué las prisas), lo manda a regar y muere en el jardín mientras el niño, Tony, pasa por entre las plantas, regando, ajeno a lo que pasa.
  • El montaje final, tan cínico: Michael renuncia a Satanás en nombre de su ahijado, mientras en el suyo propio sus sicarios matan a sus enemigos. Renuncio a Satanás y a sus obras, Moe Greene disparado en el ojo. Pero no en plan lúdico festivo, como lo haría Tarantino y, sobre todo, sus copiadores, sino con la gravedad de una ceremonia.
La segunda tiene el aliciente de la historia del joven Vito, que es Robert de Niro, que está contenido como pocas veces (Brando marcó la línea de actuación, es cierto, pero de Niro, cuando se pone, hasta imita el dialecto siciliano, como es el caso). La otra es la relación entre Michael y Fredo, que tiene parte de la magia de la primera, que no, aunque tuviera más Oscars (quizás no tuvo frente a sí Cabaret en el Dorothy Chandler Pavilion).

La tercera es un tremendo error de reparto. Para empezar, Robert Duvall pidió aumento de caché, y prefirieron matar al personaje. Adiós a la contención. El Pacino exagerado que se había contenido en las otras dos reaparece aquí. Viva la sobreactuación.
¿Dónde está Tom Hagen en la tercera?
Quizás para suplir el gran error de Coppola al meter a la pobre Sofia, su hija, que fue denostada por toda la crítica por, sencillamente, no saber ni modular la voz.
Lo mejor de la tercera es la muerte de Michael, ya viejo, solo, sin poder, temido y no querido, en la casa de don Tommasino, en Sicilia...

PD Se me olvidan un punto fuerte de la peli y una curiosidad para frikis:
  • La banda sonora, todo un clásico del género, está compuesta por Nino Rota.
  • En El padrino II el papel de Hyman Roth (un adversario de Michael) está interpretado por el mismísimo Lee Strasberg, en su día maestro de los tres padrinos (entre otros): Marlon Brando, Al Pacino y Robert de Niro.

2 comentarios

CarlosGonzalez dijo...

Bueno, bueno, por fin una de mis debilidades, los Padrinos.
Pues mira por donde, a mi me parece mejor pelicula la segunda, esta mejor contada, mejor filmada. Pero no se trata de como esten hechas sino de como te entran, verdad?.
La primera me sorprendio cuando la vi por primera vez, me dejo alucinado. Por aquello de mis años preadolescentes recuerdo especialmente la escena de Sonny en el dia de la boda "tirandose a aquella dama entrada en carnes".
Tambien recuerdo de entonces el tiroteo a Don Vito así como la carrera que echa con su nieto por el parquecito, y el desenlace.
La segunda parte es para verla más que como cinéfilo como con bisturi. De la tercera no comento, sí, es Coppola pero no está ala altura.
No se si lo de Sofia fue un error, o lo fue introducir a Andy Garcia. Quizá nunca se debio haber intentado rizar el rizo, iu nou uat ai min?

CarlosGonzalez dijo...

Hola, soy yo otra vez. Es que me daba cosa que solo estuviera mi comentario, por lo de Toma 1. Asi que me he dicho: venga, a animar el cotarro!!!