No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
| Lo peor que te puede pasar es que una buena película te atrape después de la medianoche teniendo que madrugar al día siguiente: no podrás escapar. Y eso nos pasó anoche con esta película de corte intimista basado en buenos actores y un guión soberbio, que va soltando notas a lo largo de la cinta que suponen una revelación para el espectador sin perder coherencia en la narración. |
Al margen del trabajo de Dan Harris, director y guionista de la cinta, no nos queda más remedio que poner por las nubes a
Sigourney Weaver, para quien, seguramente, resultó más difícil meterse en la piel de una madre a la que se le suicida un hijo que matar a todos los aliens del mundo; junto a
Emile Hirsch, que interpreta estupendamente al introvertido hijo, es el personaje central de la película. No porque sean las únicas interpretaciones notables, ya que Jeff Daniels (que puede pasar de la deliciosa
La rosa púrpura del Cairo a
Dos tontos muy tontos sin asomo de rubor), en su empeño de salir de cuadro está presente en toda la dolorosa estupidez de su personaje. Menos mal que todavía queda cine.
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