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The Master

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
Tenía yo ganas de ver esta peli, en parte por ser el retorno de Joaquin Phoenix -se le ha agriado el gesto y parece un hermano pequeño de Mel Gibson, pero sigue teniendo talento-, porque aparece Philip Seymour Hoffman -que sería considerado el mejor actor del mundo si Daniel Day Lewis fuera feo, el ser humano es así de cruel-, porque cualquiera que haya visto Magnolia esperaría lo mejor de Paul Thomas Anderson y porque el tema me interesaba: las sectas como fenómeno son interesantes porque sí, y si se trata de la más famosa de Hollywood, para qué contarte.

Freddie Quell vuelve de la II Guerra Mundial hecho un cacho de carne con ojos y las hormonas desaforadas, totalmente desenfocado, y tras dar más vueltas que un trompo se sube de polizón en un barco en el que Lancaster Dodd (Hoffmann) ha iniciado una travesía de San Francisco a Nueva York, e inician una relación maestro-discípulo un tanto asimétrica.

En realidad la película se pasa el resto del metraje mostrando las idas y venidas entre el maestro y el discípulo, con numeritos de psicoterapia que parecen sacados de la revista Cosmopolitan en lo tocante al rigor científico; Quell se interesa y a ratos se intenta integrar y a ratos monta unos zapatiestos que tiembla el misterio, y Dodd intenta integrarlo, a pesar de la opinión de su hija, su yerno y la mosca muerta de su mujer (Amy Adams, es aterradora en su papel de puritana-para-lo-que-le-interesa mujer del líder).

El resultado es una película un tanto deslavazada. Porque los encuentros y desencuentros del maestro y su díscolo alumno que no sabe a qué carta quedarse no me han bastado para considerarla mínimamente redonda o cerrada. No quedan claros los intereses reales de los personajes:

  • ¿Por qué a Dodd le interesa Quell, aparte de como machaca? Si es una cuestión de ego, a mí no se me resiste ni el tato, tampoco queda claro -aunque es la única explicación posible-.
  • Acción expresada de forma demasiado episódica, ya sea en acontecimientos que transcurren como en flashbacks, que deslavazan más la acción.
  • ¿Dónde está el clímax? ¿Por qué tanta tibieza en el enfrentamiento final? ¿Por qué hay un aparente repunte de la tensión en la escena de la moto y luego se limita a alejarse y se lleva consigo toda la posible tensión?
En suma, que a todo lo que pasa le falta un poco de pegamento, con escenas incongruentes como la de las mujeres desnudas, entre la ensoñación fumada de Quell y el seguidismo acólito; todo junto y seguido tiene la única virtud de contar con excelentes actores que dan un poco de fuste, pero, como tantas columnatas que se ven por Barcelona, son columnas que no sostienen nada.

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