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Senderos de gloria

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.

Viene siendo un lugar común que La Iliada prefigura todos los relatos de guerra, y aunque me parece el típico tópico en plan "la dieta mediterránea es la más sana", en este caso hay cierto guiño al ciclo troyano, ya desde el mismo título (pues no de otra cosa que la gloria se habla en el poema). Aunque con sus matices, el trasfondo de Senderos de gloria es el mismo que el del enfado de Aquiles con Agamenón por quitarle una esclava: el enfrentamiento con alguien de mayor rango por algo que resulta una injusticia manifiesta.

Durante la I Guerra Mundial (de la que este año se cumple el centenario), el general Mireau da una orden punto menos que imposible: tomar un nido de ametralladoras; aunque el teniente Dax le avisa de que va a ser una escabechina de sus propias fuerzas, el general sigue en sus trece; durante la batalla, al ver que no avanzan, ordena disparar obuses contra su propia trinchera, contra la oposición del mando a cargo de la artillería sin una orden por escrito. Para que no le pillen con un descubierto, el general decide denunciar "a alguien" por cobardía, y se inclina por que los mandos escojan a tres soldados para alimentar la moral de la tropa (uno de los tres reos vendrá elegido por su sargento para evitar que le denuncie por una infamia similar, aunque en la proporción de su rango). El coronel Dax (Kirk Douglas), ahíto de indignación, decide defender a los reos, a pesar de las amenazas del general de degradarlo, en un juicio que es una farsa para salvar el culo del general. Pero la orden de disparar contra la trinchera sale a la luz y Dax intenta (en vano) usarlo para salvar a los soldados. Aunque, ya fusilados los soldados, el general es procesado por lo ignominioso de la segunda orden, nadie del alto mando entiende las razones de Dax (la rectitud y la justicia divina, y no el ascenso que le ofrecen) de obrar así.

Se trata, pues, la cobardía de refugiarse en un rango para cometer tropelías frente al sentido común de no acometer acciones estúpidas (avanzar cuando ya no hay posibilidad de hacerlo por pura obediencia debida frente al sentido común de seguir vivo) y de la gloria de rebelarse por pura integridad ante esa ignominia de protegerse el culo a toda costa. La escena final con la chica alemana frente a los soldados que con una canción les recuerda lo que somos todos, sin rango ni pasaporte que nos distinga, es un buen colofón antes de recibir la orden de volver al campo de batalla.

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