No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
En buena lid, la película en español tendría que llamarse
El negro, que es como se conoce a los que escriben libros que llevarán el nombre de otro; pero, la verdad, apela a muchas connotaciones y han preferido dejarlo como
El escritor.
Al ver el trailer de la tele, quise verla. Polanski quiere decir dos cosas: sacad a las niñas del cuarto y buen cine, y con esta última acepción nos quedamos en este blog. También influye que sale Ewan McGregor, al que tengo especial ternura desde que vi Trainspotting hace unos doce años, y al que había perdido la pista entre ángeles, demonios y opúsculos menores en los que había trabajado. |  |
MacGregor es aquí un escritor de biografías de personajillos sin mucha relevancia al que contrata una gran editorial para escribir las memorias del ex-primer ministro Adam Lang (Pierce Brosnan); el personaje está inspiradísimo en Tony Blair, al que dan muchísima caña. El predecesor había muerto en extrañas circunstancias, que
aún no saben si ha sido accidente o suicidio. Nuestro fantasma sin nombre se va metiendo en una madeja -metiéndote a ti de paso- porque, típicamente, no se limita a hacer el trabajo que el autor oficial de las memorias quiere que haga.
Además de la intriga atenazante -durante los últimos tres cuartos de hora la cocacola que había comprado en el bar me estuvo recordando su permanencia en mi vejiga, y no me levanté porque no quería perder ripio-, tiene golpes de humor y buenas actuaciones. Los 130 minutos que dura (2 horas y 10) están llenos de cine, nada le sobra.
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