Breaking News

Ponyo

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
Ya sabéis que me encanta el cine de Miyazaki (por cierto, han reestrenado Nausicaa, será cosa de verla) desde que, extática, pude disfrutar de El viaje de Chihiro en una insólita tarde cinéfila en los Renoir de plaza de España. Sin embargo, por algún motivo que no alcanzo, no vi la que hoy tratamos en el cine; la acabo de ver en la tele (en fin...), doblada por no haber subtítulos en castellano (snif, aunque he visto doblajes peores), y debo admitir que la he disfrutado... como era de esperar.

Miyazaki nos cuenta la historia de la sirenita, pero a su manera; olvidaos de Disney y casi de Andersen.
El príncipe es un niño japonés que vive en una ciudad costera, su madre trabaja en una residencia de ancianos y su padre es marinero; una criatura marina (a la que en tierra llaman Ponyo) se fija en él, se hacen amigos -o más que amigos, en eso no traiciona el original-, y ella decide quedarse con él. El resto es lo que varía.
En primer lugar, está el hecho de la tremenda niponidad de la película. Eso, está claro, no la hace menos auténtica: le da un valor añadido. Por otro lado, los recursos narrativos de los que se vale, con un padre que no es el Poseidón de manual que tantas veces hemos visto, más bien aglutina la bruja y el padre en el mismo personaje. El otro aspecto innovador es el príncipe Sosuke, un niño de guardería que se encuentra con este pez que se convierte en una niña de su edad.

Típicamente, no falta el elemento mágico propio de la factoría Miyazaki. El mundo con una vuelta de tuerca, cómo podría ser si lleváramos esta ficción hasta sus últimas consecuencias. Una película, en suma, hermosa, cuya banda sonora hace un recorrido musical por el siglo XIX, desde el primer Beethoven hasta Wagner y los nacionalismos decimonónicos. Si podéis, no os la perdáis...

No hay comentarios