8 mujeres

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.

Estos franceses tienen su tela: hacen una comedia (o un dramedy, que dirían los gringos en un calambur de drama y comedia) de suspense... en un musical. A más de uno le habrá puesto de los nervios, aunque le gusten las mujeres francesas, que aquí vienen de ocho en ocho y para epatar. Suzon vuelve de su colegio inglés a pasar las navidades con la familia en medio de un temporal de nieve; dentro están la abuela en silla de ruedas, la madre pesetera, la tía amargada, la hermanita en pleno pavo, la cocinera Mme Chanel y la nueva doncella, Louise. En ésas, que van a despertar a Marcel, el señor del feudo asediado por las deudas, y aparece con un puñal en la espalda. Sólo queda averiguar quién ha sido. Para acabar de enrevesar la cuestión, aparece la hermana del difunto, de pasado disoluto, y de la que todas desconfían.

Basada en una obra de teatro -se nota tanto, aunque esto no necesariamente sea negativo-, lo que importa no es tanto el asesinato como ver las relaciones entre las ocho -por lo que necesitas actrices con fuste, principal fuerte de la película, no sólo estético, conste-.

Puede sacar -mucho- de onda el hecho de que canten -cada una tiene su canción-, o vamos, maúllen, porque salvo la joven Ludivine Saigner o Emmanuelle Béart y la canción final, no tienen mucho fuelle canor ninguna. Aunque interpretan, que de eso se trata (bueno, la de Isabelle Huppert, en la mejor línea recitativa de Rex Harrison en My fair lady está bien).

Le falta un poco de ritmo, tiene como bajadas de tensión que te hacen perder el hilo, buenas ideas que no se desarrollan (el personaje de Pierrette, esto es, Fanny Ardant, da para mucho más) y Catherine Deneuve está de paseo, cualquiera de las otras siete actrices se la come con patatas, no tenía muchas ganas de esmerarse... Mención especial a Isabelle Huppert -no sólo por su canción, está muy propia haciendo un papel cómico de estrecha reprimida- y a la canción del final, de Louis Aragon, musicalizada por Brassens.

En suma: entretenida, no apta para quienes se recalcitren con el cine francés en estado puro.