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Una giornata particolare

No leer si no se ha visto y se está interesado en verla: puede contener algunos spoilers.
Entre las cosas que podemos agradecer a los italianos sin asomo de cinismo están el tiramisú y el dúo artístico Sofia Loren-Marcello Mastroianni. Aquí nos regalan su talento dramático sin asomo de cosmética en una cinta amarga de Ettore Scola.

Nos ponen en antecedentes rápido: transcurre el día que Hitler llega a Roma a reunirse con Mussolini y toda la ciudad se vuelca para recibirlo. Delimitado el marco histórico, pasamos a la intrahistoria.

La familia de Antonietta (6 hijos y un marido) se prepara para ir a saludar al sujeto aquél. Antonietta, que como apunta una vecina, "no tiene criada", se queda en casa. Cuando se le escapa el jilguero va a pedir ayuda a Gabriele, un vecino de enfrente que también se ha quedado en casa y al que hasta ahora no conocía. Poco a poco se van haciendo amigos, lo que les da margen a ver en qué no encajan ellos en esa Italia idealizada por los fascistas.

La peli tiene algo de teatral en tanto que la acción transcurre en un solo día, sólo son algunos espacios del vecindario los que sirven de escenario (la terraza, el patio vecinal, la casa de él y de ella y la escalera) y poquísimos personajes (ellos dos, la portera y la familia de ella, algunos vecinos extras que van y vienen a la manifestación y dos personajes más al final). Con esa parquedad de ambientes y personajes, la importancia reside en el texto y en el trabajo de Sofia y Marcello, que a fuerza de trabajar juntos forman un engranaje perfecto. Para la ambientación opresiva Ettore Scola se sirve de la emisión de la portera con la retransmisión de todo lo que ocurre en la citada recepción: aparte de un ruido constante, con la grandilocuencia fascista te participa del ambiente, más con esa portera metomentodo que va a ver qué hace Antonietta mezclándose con ese derrotista. La fotografía, en colores deslavados (aunque la bandera nazi y la italiana se ven claramente) contribuye también a esa opresión de una vida que no satisface a ninguno de los dos, a pesar de lo que la propaganda podría dictar.

Ettore Scola no nos priva de momentos de humor, nos acerca a los personajes -el de Antonietta, de su tiempo; el de Gabriele parece más de hoy que de entonces- y sin embargo nos deja un regusto amargo, porque tras ese día especial, tras esa jornada particular, como el destino de los personajes, el de los dos países no es ni tan tierno ni tan entrañable, solamente digno de lástima por estar a merced de tamaños megalómanos patrioteros -por decir lo menos-.

Como curiosidad, Alessandra Mussolini, nieta del dictador y sobrina de Sofia Loren, hace de una de las hijas de Antonietta. ¿Notaría la rebaba de Scola, la amargura, lo que en tiempos de su abuelo habrían llamado "derrotismo"?

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